jueves, 21 de noviembre de 2013

Examen - Kimberly Villanueva, Cristina De Orduña


De Orduña Pineda Ana Cristina, Kimberly Pinto Villanueva.



La revolución de los cíborgs tendrá lugar a partir del 2040.
 Lo primero que ves cuando te encuentras con Neil Harbisson es su tercer ojo, situado en su cabeza y unos 10 centímetros por delante del resto de su cuerpo. Se trata de un dispositivo que transforma los colores en sonidos y que, desde 2004, forma parte de su estructura corporal de forma oficial.
Ese año, logró que el Gobierno británico le permitiera aparecer portándolo en la  foto de su pasaporte. Así, se convirtió en el primer cíborg reconocido del planeta.
Harbisson decidió incorporar a su cuerpo esta tecnología, bautizada como Eyeborg, a causa de la acromatopsia que padece y que limita su visión a los colores blanco y negro, es una lente que comunica con un microchip implantado en su cabeza.
A diferencia de otros dispositivos electrónicos que se insertan en el cuerpo, como podría ser un marcapasos, el de Harbisson le habla, y “es precisamente esa comunicación la que lo convierte en un elemento cibernético”. El cíborg no está, de hecho, de acuerdo con la definición que la
Real Academia Española da para su condición, que recoge como: “Ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”.
Para Harbisson, la capacidad que le ofrece su tercer ojo es tan propia que, aunque reconoce que “podría vivir sin ella”, se compara con otro ser humano que perdiese el olfato o una mano. Inicialmente, la motivación de Harbisson estaba dirigida a salvar su carencia visual. Pero, a lo largo de los años, esta experiencia le ha convertido en un activista cibernético que aboga por la transformación humana hacia esta nueva condición.
Harbisson reconoce que se ha topado “prejuicios”, le han llegado a relacionar con el cíborg asesino de la película The Terminator y tildado de “antinatural”. Sin embargo, su visión es justamente la contraria y, dado que la cibernética es una creación humana, confía en ser “más humano cuanta más de esta tecnología incorpores”.

· Su parte antinatural

El envejecimiento positivo y la evolución dirigida que se generan a través de la expansión sensorial todavía no son tan populares como Harbisson querría, y reconoce que, aunque hay gente que prueba la experiencia, “es muy poca la que decide incorporarla a su organismo de forma permanente”. El cíborg cree que la revolución cibernética tendrá lugar en la década de 2040, ya que “son los niños de entre doce y catorce años los que más interés demuestran”. Estos jóvenes “ya han crecido con el lenguaje tecnológico y robótico, y están acostumbrados a tener tecnología siempre en las manos”.
Para fomentar esta transformación tecnológica, la web de la fundación de Ribas y Harbisson pone a disposición de cualquiera las instrucciones para crear algunos de sus dispositivos. Ribas explica que, además, “todos son de código abierto para que cada uno experimente como quiera y encuentre el dispositivo que le guste más”.